Bicillorona

Muchas blogueras escriben con el «corazón abierto», pero, ¿cuántas con el cráneo abierto? ¿Casi ninguna, porque a esa escritura no quiere leerla nadie? Suena altamente posible. Como quiero unirme al equipo de los que escapan los cargos de traición por hacer avisos, aprovecho para anticipar que lo que se viene puede ser duro de leer e incluso muy desagradable. No quiero dañar a nadie ni llevarlos a feos rincones de sus recuerdos. El momento para irse es… ¡YA!

En circunstancias que en este momento no tengo capacidad -o ganas- de explicar, mi cabeza pasó de estar arriba de una bicicleta a crear una obra pictórica sobre el asfalto (sin pintura, con sangre del choque y saliva de mis convulsiones, porque acá en los blogs ecoamigables preferimos siempre todo orgánico y biodegradable).

Sobreviví ese atropellamiento y el riesgo de muerte súbita. Pero no estaba a salvo. Más debió pasar para que yo pueda hoy apretar estas teclas. Policías, una ambulancia, un hospital de emergencias, unos generosos (y evidentemente habilidosos) médicos, una cirugía para remover un hematoma, una Unidad de Terapia Intensiva. Sobreviví una segunda vez (gracias a una montaña de ayuda, podríamos decir toda una cordillera). Después de la operación pasé dos semanas en dos hospitales, con mucho más dolor que el que alguna vez podría haber imaginado, y ahora estoy en el largo camino de repararme.

¿Debería contar esto así, de manera confusa y al mismo tiempo gráfica? No lo sé. Hace varias semanas que no sé muy bien qué es lo que debo hacer, y me quedan varios meses de descubrimiento. La rehabilitación es una experiencia compleja y poco entretenida (que no puedo dejar de agradecer, porque, en caso de que no haya quedado claro, estuve por morir dos veces en el lapso de unas horas, y acá estoy, viva).

Debo decirlo: soy infinitamente afortunada en cuanto a rehabilitación se refiere. Mis neurólogos me prometen los mejores pronósticos. Cada día camino un poquito mejor, cada día tolero estar sentada más tiempo. Tengo un poco menos de mareos y un poco menos de fotofobia cada mañana. La parálisis facial parece estar disminuyendo, la piel sobre las cicatrices se va regenerando. Y no morí. El mundo está todavía, por un ratito más, a mi alcance. Pero la rehabilitación es larga. Y tiene algunos días difíciles. Y yo no soy larga, pero… sé tener días difíciles. Y este proceso, este repararme la cabeza y el cuerpo, es el desafío más grande que he tenido que enfrentar en mi vida.

Ayer entré a alguna red social y me encontré con alguna mención al Día Mundial de la Bicicleta unas… ¿20 veces? Todos querían celebrarlo. Yo no podía parar de llorar. Entrar a Facebook era llorar, entrar a Twitter era llorar, entrar a Instagram y creo que hasta googlear algo era ir en busca de desconsuelo: «Che Agus, acá tenés el símbolo de todo tu sufrimiento reciente y todo lo que te llena de miedo, ¿nos dejás que te lo recordemos continuamente?».

Si de sentimientos de fondo se trata, vivan las bicis. Un mundo con más bicis. A los sentimientos que tengo más arriba todavía no puedo nombrarlos bien. Son muchos, son poderosos, son intrincados, y ayer me tuvieron con el llanto encendido desde la mañana hasta la noche.

Hoy, en cambio, es otro día. Fui abrazada y contenida por varias personas amorosas,  me siento menos abrumada por la idea (eso puede tener que ver con que no me acosa cada vez que miro el celular), y hasta creo que mi curiosidad está venciendo a mis otras emociones. ¿Por qué se festejó ayer el Día Mundial de la Bicicleta? Con estas renovadas fuerzas, decidí mirar algunas -sólo algunas- de las menciones que ayer necesité ignorar.

Primero, fui a aprovecharme de las explicaciones de El gato y la caja en un artículo llamado «Los Bicivoladores». Parece ser que este día ciclista tiene una relación con la investigación sobre el LSD, y que el protagonista de nuestra historia es un químico llamado Albert Hofmann. Empezamos bien. Un químico ciclista, mi favorito. El contexto es Suiza en 1943 (es decir, en plena II Guerra Mundial), en un momento donde la circulación en automóviles estaba muy restringida, y el vehículo para trasladarse era la bicicleta. Tenemos entonces: un científico que estudiaba lo que nadie, en medio de una situación espantosa, que quizás era para él parte de su normalidad o imposible de terminar de asumir, y la imprudente idea de experimentar sobre sí mismo. En este día en particular, este personaje en particular tuvo un viaje en bici que fue, ¿cómo decirlo? Alto viaje. ¿Por qué celebramos el aniversario de este ciclismo lisérgico peculiar sobre otros ciclismos? No lo sé, pero lo que es seguro, el LSD no me remueve emociones. Apenas sé sobre su naturaleza y su historia, y jamás fue parte de mi vida, así que puedo leer sobre él con tranquilidad y desapego. Pero ya que estamos, hago una recomendación igual: amigos ciclistas, sean ciclistas sensatos. Ciclistas sobrios. Si el alcohol al volante mata, también al manubrio. Y si su trabajo es investigar los efectos de drogas sobre las que no se sabe nada, primero, felicitaciones, segundo, ¿por ahí no las prueben sobre su propio cuerpo antes de meterse en medio del tránsito?

Ya sintiéndome audaz, continué mi recorrido yendo a visitar una de mis páginas predilectas. Pictoline, eterno brindador de imágenes encantadoras e informativas, aprovechó la oportunidad para contar cómo las bicicletas ayudaron a las mujeres a ser más libres e independientes. Dueñas de vehículos, electoras de derroteros. Ésta, debo admitir, todavía me saca unas lagrimitas. Mujeres que se trasladan en bicicleta, ¡cómo me gustaría ser parte de este grupo! Que sea un grupo gigante, que todas puedan elegir adónde ir y vayan seguras, así llegan a todos los lugares que gusten.

Ya para cerrar mi exploración (al menos por hoy), miré un video que subió la Secretaría de Ambiente y Espacio Público de la Municipalidad de mi ciudad. No sé cuándo ni si alguna vez volveré a pedalear esas calles, pero me intriga saber qué están haciendo para que sean muchos más los que lo hagan. Parece ser que tenemos cada vez más ciclovías, bicicleteros y estaciones de bicicletas públicas. Bien, Rosario. Sigamos por este lado. No tengo ninguna información experta para opinar sobre si estamos cerca o lejos de una movilidad urbana sostenible, pero sigamos por este lado. Por acá es por donde va la cosa.

Me queda mucho por leer, escuchar y mirar sobre el Día Mundial de la Bicicleta. Quiero ver qué mensajes llegan desde otros países, y qué propuestas interesantes hay para que cada vez sean menos los autos. Lo que es seguro, ya que esta es mi época de practicar paciencia, es que voy a mirotear todo a un ritmo muy calmo. Y quizás hasta lea un poco más sobre el LSD, porque ¿por qué no?

¿Y tengo algo para decir, yo, en este día? Sí. Cuidemos a nuestros ciclistas. Cuidémoslos en cada calle y en cada esquina. Trabajemos para que moverse sin contaminar y haciendo deporte sea seguro. Queridísimos lectores ciclistas: cuídense. Averigüen sobre cascos, espejitos retrovisores y otros tipos de protecciones. No es divertido decorar el asfalto. Sigan sobre el asiento, disfruten de la brisa en la cara, aprecien eso que es que el corazón siga latiendo.

Viva la vida, Aguante la bici, Cuidémonos.

 

13 comentarios en “Bicillorona”

  1. Dulce criatura de este planeta, no es que quiera robarte protagonismo en esta tragedia, pero no te das una idea lo verdaderamente terrible que hubiese sido el mundo para mí sin mi alma gemela. Mientras operaban las partes externas de tu cerebro yo me carcomía en llanto y angustia. Pero estás acá, con todo el sufrimiento que eso implica, con la ansiedad y la impaciencia que acarrea la rehabilitación, con el dolor que te va a seguir produciendo en algunos contextos la bicicleta. Todo se cura con tiempo, vos misma me lo dijiste hace unos meses refiriéndote a otro tema y ahora, capaz que un poquito lo entienda, y espero que vos también puedas comprender lo que el tiempo va a hacer en tu cuerpo y en tu mente, con ganas y voluntad.
    Lo que quiero rescatar de esta preciosa pieza escrita, además de que el tremendo golpe parece haber sacado la mejor escritora de vos, es que me alegra muchísimo que quieras interiorizarte un poco más en la historia del LSD 😉 y me encanta que nos cuides a nosotros, los ciclistas. Le envié a mis padres un casco al hotel mientras están de viaje y están preocupados por el lugar que les ocupará en el equipaje. ¿Viste cómo algunos se generan los problemas donde no los hay?

    Te pertenezco siempre (que el marido no se enoje por dio)

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    1. Ay, Victorino, ¿cómo es que llegué yo a recibir un cariño tan inmenso de tan magnífica persona?
      No me parece exagerado afirmar que tu comentario es muchísimo mejor texto que al que responde, pero puedo al menos decir que estoy bastante segura de que lo que escribí no es lo peor que se ha escrito en la historia de la internet, y eso no es insignificante 😜.
      Yo nunca estuve al tanto de lo que pasaba mientras me operaban el cerebro, pero parece que hubo una parte de mí que oyó tu regaño y que supo que no se podía ir de este mundo. ¿Cómo voy a perderme la oportunidad de envejecer con vos y pasarme tardes enteras despotricando contra todo lo que nos irrita levemente? El mundo será, y será juntas. No te preocupes que el marido conoce y aprecia nuestro vínculo, igual que a mí me gusta que él sepa amar tan bien, a causa de practicar con buenos familiares y buenos amigos. Te pido disculpas por pasar de halagarte a vos a halagar a mi marido, pero viste mi debilidad por los químicos ciclistas.
      No tengo recuerdo de haberte dicho que el tiempo era tan curativo (aunque imagino a qué me refería), pero claramente me faltaron algunas aclaraciones médicas (porque todo, lo que se dice todo, necesita más que tiempo, y a veces necesita, como fue mi caso, correr contra el tiempo). Esto me demuestra que es el momento ideal para informarme más sobre el funcionamiento de las drogas, así que ya te contaré sobre lo que aprenda.
      Me llena de felicidad imaginarte pedaleando con la cabeza cubierta. Sobre los problemas inventados, sí lo sabía, pero creo que me lo enseñé yo a mí misma 😉.

      Gracias por leerme, y, obviamente, por todo lo demás, siempre.

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  2. Sí a los cascos,
    No a las pinturas pictóricas sobre el asfalto.

    Es fácil dejarse llenar por la sensación de libertad que te de la bici, y olvidarse de lo expuesto que está uno. Uno tiene una idea vaga del peligro pero no lo tiene en cuenta en serio hasta que le pasa algo así a un ser querido (o a uno). Algo aprendí de esto, ¡hay que usar casco siempre siempre! Las posibilidades de verse envuelto en un accidente serán bajas, pero si pasa, el casco puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. No hace falta un golpe exagerado, sólo caer de la manera incorrecta, para tener consecuencias graves. Además uno cree que uno confía en sus habilidades de ciclista pero no depende sólo de eso, depende mucho de los peligros de alrededor, como los autos, sobre los que uno no tiene nada de control.

    Todavía me hace mal recordar todo ese momento horroroso en el que pensé que te me morías. Cuanta alegría que me da que sigas en este mundo. Ya llegará en algún futuro el momento donde podamos salir a pedalear de nuevo (¡con todas las precauciones necesarias!). Tu químico ciclista te ama profundamente, te desea una gran recuperación, y que sigas con esas hermosas ganas de hacer todo lo que se puede hacer mientras se está vivo.

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    1. Mi gran amor, ya te he dicho «gracias» unas sesenta mil veces, pero no creo que hayan sido suficientes. No quiero que te quedes recordando esos momentos horrorosos. Mejor paseemos la mente por otro lado, quizás por algún video gracioso sobre una especie de pez que nos resulte sorprendente.

      Voy a investigar un poquito más sobre cómo funciona la seguridad de los cascos de bicicleta (varios me han dicho que no es lo que desearíamos que fuera), pero no voy a dejar de insistir a todos mis queridos ciclistas que se cubran las cabecitas. Veo que vos venís por el mismo camino. Si no resulta la química, podés probar con el negocio de los influencers de cascos 😜.

      Lo que es seguro, y me gusta ver que lo escribiste, es que uno no tiene control sobre los autos. Y ahí reside una de las grandes misiones de nuestras sociedades, si tienen ganas de tener futuro: proteger a sus ciclistas, y fomentar el ciclismo, desde todas las regulaciones, políticas públicas y cambios actitudinales que sean necesarios.

      Gracias por leerme y escribirme, Salvito. Y gracias por aguantarme bicillorona.

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  3. Me encanta que escribas y que le pongas pilas a la «recu» (ya que no podemos evitarla vamos a amigarnos). Toda forma de expresión es una liberación, pero la escritura es una de las más íntimas posibles. No me puedo imaginar lo difícil que fueron esas semanas para vos, aunque lo lea y relea. La verdad, no voy a vender humo: te vi muy bien, cada vez mejor, y mejorando muy rápidamente y eso me pone muy contento.

    Con respecto a Albert Hoffmann (el sueco «bueno» descubridor del LSD), Wikipedia me dijo que hay otros Abert Hoffmanns famosos, no tan célebres o benévolos:

    – Albert Hoffmann (Nazi)
    – Albert Hoffman (artist) (Este es medio trucho porque le falta una «n» y por lo tanto no es de los Hoffmanns famosos en sí)
    – Albert Hoffmann (horticulturist)

    Este último me hizo acordar a vos, ya que fundó la Rosaleda con mayor cantidad de rosas del mundo entre otras miles de especies de plantas. https://en.wikipedia.org/wiki/Europa-Rosarium

    Así que los Hoffmanns aman la química, las plantas, las drogas, el arte y a Hitler ¿?, los mismos que uds. muchachxs (?)

    Nos vemos pronto por ahí, en otra oportunidat.
    ❤ ❤ ❤

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    1. ¡Hola Ale! A mí lo que me encanta es que me leas y me dejes este comentario tan suculento. ¿Quién podría haber imaginado que recibiría tanto de Hipatría?
      Sobre el tema de la escritura, mucho podemos hablar en privado, pero no puedo negar que en esto no me cambió el accidente: sigo detestando leerme. Quizás estas circunstancias especiales me obliguen a amigarme con mis defectos y a dejarme de hinchar, es decir: a hacer.
      Me siento honradísima de que me asocies con el Albert horticultor (sobre todo porque las otras opciones eran un nazi y, ¿qué? ¿Uno con una n de menos? Indignante).

      Gracias de nuevo por visitarme, querido Alejandra, y por ponerte contento de verme mejorar ❤❤❤

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  4. Vivir esa experiencia, cambia la vida de uno mismo. Y es impactante tener la información de que pudiste haber muerto dos veces en pocas horas. Pero la vida y un poder superior dijo que no, que tenías que vivir y aquí estás, desahogándote en este espacio, que encuentro infinitamente interesante.

    Había oído algo del ciclista que probó LSD. No creo que sea prudente hacerlo ahora, quizás en un campo sí, que no hay autos en el camino. Aunque puedes que te cruces con vacas o caballos, y no sé que tan peligrosa sería esa experiencia.

    Y no sabía que había un día mundial de la bicicleta. Quizás sea porque no soy ciclista después de que me robaran tantas veces la bici. Aunque sí he disfrutado los días de bicicleta en Washington y Boston. Pero acá, en donde vivo, prefiero manejarme a pie o en colectivo. Sin embargo, una parte de mí anhela la libertad de la bicicleta. No por nada las mujeres del siglo XIX hicieron uso de ese medio de transporte.

    En fin, que sigas adelante con la recuperación.

    ¡Saludos!

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    1. ¡Gracias! Yo tampoco sabía nada de que existiera un Día de la Bicicleta ni de qué se trataba, pero fue un interesante (aunque doloroso al principio) descubrimiento. Creo que debemos aprender de esta historia que las drogas en general no van ni al volante ni al manubrio, estés en una ciudad o en el medio de un campo.

      Las mujeres y los varones de todos los siglos pasados, el presente y los futuros que elijan la bicicleta como medio de transporte (cuando puedan), recibirán muchos beneficios. Y la libertad, ahhh, esa libertad del vientito en la cara, ojalá algún día pueda y me anime a sentirla de nuevo.

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  5. Mi querida, comprendo por experiencia propia lo que contás. No es fácil, para nada, pero también entiendo que así como vos, algo me decidió a volver, quizás el deseo de estudiar filosofía. O quizás el deseo de vida, nomás :-)!
    En cuanto a la bicicleta, anduve en muchas y ya no lo hago por cuestiones físicas, pero hasta en Capilla lo hice y sin ninguna duda es un ejercicio muy placentero, como lo era andar en moto!
    Tu artículo me llevó a una película en que la bici es la protagonista, o quizás la falta de una. Se trata de una peli del neorrealismo italiano en que a un laburante le roban su icicleta y no puede trabajar en el marco de una Italia en medio de una crisis durísima, la de la posguerra. La película se llama «Ladrón de bicicletas», dirigida por Vittotio De Sica, es en blanco y negro, muy triste y muy bella. Quizás para cuando la puedas/quieras ver!
    Y a la distancia, contás con mi solidaridad absoluta. O sea que cuando quieras podés dejar de lado la bicicleta para pasear en Ovni ;-).

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    1. Te agradezco con muchísima alegría tu solidaridad absoluta e invitación a paseos en ovnis. ¿Hay que ir con casco para andar en ovni?
      Por otro lado, sí pasé por la experiencia de transitar junto al protagonista y su hijito adorabilísimo la tragedia durísima que es esa película. Creo que me gustó, pero lo que es seguro es que la sufrí. AL LADRO!!!

      Qué bueno que hayamos decidido volver. Hay muchas películas por ver, charlas por tener, mates por compartir y aliens con los que interactuar. Te mando un abrazo enorme.

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  6. Que bueno entonces haber sido testigo de tu regreso.

    Aprovecho y dejo un comentario así te salta de nuevo esto y en la relectura ves el progreso, el avance (pedalístico) y la posibilidad de siempre volver a intentarlo.

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    1. Esto es un regalo delicioso 💖
      Gracias, gracias, gracias (por toda la contención y cuidados de ayer, y por este mensaje tan bonito). Me lo guardo para volver y volver y reemcontrarme con el recuerdo de la posibilidad de siempre volver a intentar.

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